El impacto de las acciones de conservación en el estatus de las especies


Repito de forma insistente que debemos basar las políticas de conservación en la ciencia. Pues bien, hoy contamos con un buen diagnóstico científico sobre el estado de conservación de los vertebrados y la eficacia de las medidas que tomamos para evitar su extinción que nos debe ayudar a la toma de decisiones. Acaba de salir publicado en Science una artículo del que ya se adelantó su contenido en octubre, de cara a la COP de Nagoya, en el que 174 científicos analizan el impacto de las acciones de conservación en el estatus de las especies (sigue este enlace para ver el artículo original). En este caso, en vez de hacer un comentario sobre el mismo, y dado su trascendencia, paso a hacer un resumen del mismo.

Los autores utilizaron datos de 25.780 especies de vertebrados de las que dispone información la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Una quinta parte de las especies están clasificadas como amenazadas, cifra que va en aumento año a año. En promedio, cada año, 52 especies de mamíferos, aves y anfibios suben una categoría en la clasificación de la UICN y se acercan más a la extinción. Es indudable que se están llevando a cabo un gran número de acciones de conservación exitosas, pero estas son insuficientes para equilibrar las pérdidas de poblaciones debido principalmente a la agricultura, la tala de bosques, la sobreexplotación y las especies exóticas invasoras. En las últimas cuatro décadas las tasas de extinción de las especies superan de dos a tres órdenes de magnitud las tasas que se consideran normales. En respuesta a esta crisis, el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD) puso en marcha la campaña “Count to down 2010” que tenía por objetivo frenar la pérdida de biodiversidad en 2010, objetivo que no fue alcanzado.

Situación, tendencias y amenazas. Casi una quinta parte de las especies de vertebrados existentes califican en una de las categorías de amenaza de la UICN, que van del 13% de las aves al 41% de los anfibios. Los vertebrados amenazados se encuentran principalmente en las regiones tropicales. Las aves sufrieron una tendencia negativa en el periodo 1988-2008, con valores negativos de 0,49% y un promedio de 0,02% anual. Los mamíferos sufrieron una tendencia negativa del 0,8% durante el periodo 1996-2008 y a un ritmo más rápido que para las aves (0,07% por año). Proporcionalmente, los anfibios están más amenazados que las aves y los mamíferos disminuyendo un 3,4% durante el periodo 1980-2004 a una tasa del 0,14% al año. Otros indicadores basados en el tamaño de las poblaciones de vertebrados muestran una disminución de 30% entre 1970 y 2007. Los patrones globales de incremento de riesgo de extinción son más marcados en el sudeste asiático debido al cultivo de palmeras aceiteras, al comercio de madera y a la caza insostenible. En California, América Central, las regiones tropicales andinas de América del Sur y Australia, los patrones vienen muy condicionados principalmente por el “enigmático” declive de los anfibios, cada vez más vinculado a la una enfermedad infecciosa causada por el hongo patógeno Batrachochytrium dendrobatidis. Por su parte, el efecto tóxico del diclofenaco ha causado una disminución estimada de la población de varias especies de buitres superior al 99% en las últimas dos décadas. El cambio climático todavía no está adecuadamente analizado por la Lista Roja de la UICN, pero se ha implicado directamente en el declive del estado de varios vertebrados y puede interactuar con otras amenazas para acelerar la extinción.

La mayoría de alteraciones en el estado son reversibles, pero en el 16% de los casos que han dado lugar a la extinción de la especie. Dos especies de aves se extinguieron entre 1988 y 2008, y otras seis especies en Peligro Crítico se consideran “posiblemente extinguidas” durante este período. Al menos nueve especies de anfibios desaparecieron en las dos décadas posteriores a 1980 y otras 95 se consideran “posiblemente extinguidas”. No se conoce la extinción de ningún mamífero en el período 1996-2008, a pesar de la posible extinción del delfín del río.

Las estimaciones del éxito de la conservación. Estos resultados anteriores apoyan la conclusión de que el estado de la biodiversidad sigue empeorando, pese al aumento de la cobertura de áreas protegidas y la adopción de legislaciones ambientales a nivel nacional. Sin embargo en algunas ocasiones los programas de conservación han conseguido mejorar la situación de especies. En siete por ciento de los casos en las que una especie ha bajado de categoría de amenaza lo hizo al experimentar una mejora debido a las acciones de conservación. Los esfuerzos de conservación también han ayudado a evitar el deterioro de la situación de las especies de preocupación menor. Los autores documentan varias de estas campañas de conservación que han mejorado finalmente la situación de la especie objeto de las medidas. Además, se demuestra que las acciones más eficaces son las que se basan en reducir la principal amenaza de la especie.

Sin embargo, los autores no contaron con información suficiente para relacionar el gasto en programas de mejora de la biodiversidad y el éxito en la conservación. Aunque si existe alguna información como que la mayoría de la inversión anual en biodiversidad se lleva a cabo en los países económicamente ricos donde en general hay menos especies amenazadas y por lo tanto la diferencia entre el éxito y el fracaso parece menos evidente. El sudeste asiático es el que presenta un mejor ratio entre inversión y resultados, por lo que apuntan al interés de invertir en esta región.

Los autores concluyen que la meta del CBD para 2010 no se ha cumplido, pero que los esfuerzos de conservación no han sido un fracaso. El reto es poner remedio a la insuficiencia actual de las acciones de conservación para detener la pérdida de la biodiversidad mundial.

Hoffmann, M. y 173 autores más. 2010. The Impact of Conservation on the Status of the World’s Vertebrates. Science 330 no. 6010 pp. 1503-1509.